A fecha de hoy un artículo de Financial Times cuéntanos que una jubilada perdió 10.000 libras (más de 9 millones de pesos chilenos) debido a una fraude cometida por un hackeo en su cuenta de correo.
El dinero nunca pudo ser recuperado.
El tema es un ejemplo muy claro de que los temas de fraude y ciberseguridad, están lejos de ser apenas cuentos de películas. Al revés, los delincuentes buscan los blancos más débiles como personas mayores, portadores de discapacidades y muchos otros en condiciones similares.
La lógica es la misma, a los delincuentes no les gusta el trabajo pesado para cometer sus crimines, mucho más fácil atacar los más débiles. Eso pasa tanto en el mundo físico como digital. Mucho más fácil robar un auto con las ventanas abiertas, que uno con dispositivos de seguridad, mucho más fácil cometer fraude a un mayor que a uno más joven que conoce al mundo digital.
Por supuesto, mucho más fácil atacar una PYME que empieza a sus procesos digitales (sin los temas de seguridad) que las grandes empresas que ya poseen una serie de procedimientos en evaluación de riesgos y seguridad de información.
Del mismo modo, las medidas de seguridad que podrían ser tomadas para proteger los mayores sirven para las empresas, “mucha atención en crear contraseñas y no compartirlas, ojo con los correos electrónicos pidiendo por informaciones confidenciales, ojo con las llamadas en teléfono con pedidos raros de personas que supuestamente serian de los niveles más altos de la organización.
La lista de atención es mucho más larga. Pero el punto que queda es, que los temas de seguridad y combate a fraude deben existir en todos os lugares y trasladar entre nuestros mundos profesional y personal todo el tiempo. Mucho de lo que sirve para las empresas, sirve para nosotros y de igual forma debemos proteger a nuestros mayores orientándolos sobre los riesgos posibles de estafas como esas.
Estimase que el fraude financiero tenga costado en EE.UU. de 2013 a 2017 más de 6 billones de dólares.
Atención para no ingresar en esa estadística y ni a nuestros mayores.